lunes, 16 de septiembre de 2013

Procedimiento artesanal de fabricación del ladrillo coriano IV


La cochura

El principal elemento del proceso de elaboración del ladrillo es el horno. Formado fundamentalmente por ladrillos de barro con iguales características que los que se obtendrán de él, los hornos son estructuras troncopiramidales en las que tiene lugar la cochura del ladrillo. Sus partes principales son la cámara, la cachifa, la caldera y la parrilla, elementos que se han conservado desde que los árabes implantaran esta tipología de horno en Andalucía, aunque con múltiples variaciones toponímicas.


Partes de un horno mozárabe (1)

De abajo hacia arriba, la caldera es el lugar que alberga el fuego durante la cocción y suele estar bajo la rasante del terreno. A ella se tiene acceso desde unas puertas que dan a la cachifa, un hoyo en la tierra adyacente al horno con la misma profundidad que la caldera desde el que se lanza la leña y se controla el fuego. El garabato es la persona encargada de llevar leña a la cachifa y la primera carga de leña del horno recibe el nombre de choconá. Los diferentes materiales empleados para la combustión han sido muy variados a lo largo de los años: desde los huesos secos de las aceitunas hasta los muebles defectuosos de aglomerado que despreciaban las fábricas, pasando por troncos de naranjo, olivo o eucalipto o tablones de palés. Para las cardas (cargas de leña en la caldera) finales se empleaban las duelas de los barriles de vino, una madera muy cara pero que contenía el fuego el tiempo suficiente para acabar la cocción.

La parrilla es el elemento que divide la caldera de la cámara y sirve de soporte para los ladrillos, través de ella ascienden las llamas que los cocerán. Está compuesta por unos arcos principales que sustentan otros más pequeños perpendiculares llamados zabaletes, colocados a una distancia que permita apoyar el ladrillo a cocer sobre ellos. Son elementos que sufren un gran desgaste al estar en contacto directo con el fuego, por lo que se van regenerando tras cada cocción. Esta labor se llama empañetar y consiste en recubrir de barro las imperfecciones y piezas desprendidas tras cada cochura.

La cámara es el elemento que alberga los ladrillos, que irán convenientemente colocados sobre los zabaletes. La forma originaria de las cámaras era circular, ya que permitía un reparto más homogéneo de las llamas y por tanto una cochura más perfecta en todos los ladrillos. Esta tipología, que aún se puede apreciar en alguno de los hornos de Coria, se fue abandonando por los hornos con cámara cuadrada, probablemente porque su capacidad y de carga era algo superior aunque requiriera un control más exhaustivo de las llamas. Los hornos tenían una capacidad muy variada pero rondaban los 20 o 30 mil ladrillos. 

Para cerrar el horno y mantener la temperatura interior existía un elemento que cubría la cámara llamado corona, prevista de algunos huecos que permitían salir el humo y verificar el estado de la cocción. La corona fue desapareciendo progresivamente adecuándose a las necesidades de un sector en alza que requerían un aumento de la productividad. Fue sustituida por una hilada de ladrillo que tapa el horno llamado cobertero y por unas chapas metálicas que retienen el calor. Ambos elementos son desmontados cuando la cochura está acabada permitiendo así un enfriado mucho más rápido al dejar los ladrillos en contacto directo con el aire.


Partes de un horno actual (2)

El tiempo de cocción puede durar entre 18 y 48 horas, es un proceso muy lento y delicado que requiere de atención constante ya que cualquier variación notable de la temperatura puede arruinar la cocción de parte de los ladrillos. Cuando la temperatura es excesiva, por encima de los 1000º, la arcilla se funde y se vitrifica haciendo que varios ladrillos, en ocasiones cientos, se unan entre sí. Esto se conoce como un santo y suponía una vergüenza para los horneros ya que implicaba un trabajo mal realizado y una pérdida de dinero, por lo que muchos de estos santos acababan en el fondo del río Guadalquivir para que nadie supiera de su error. El efecto contrario, cuando los ladrillos no resultan suficientemente cocidos se les llama ladrillos pasmaos, y carecen de la resistencia mecánica que les aporta la cocción completa.


(1) COLL CONESA, Jaume y GARCÍA PORRAS, Alberto, Tipología, cronología y producción de los hornos cerámicos en al-Andalus, (Universidad de Granada, 2010)

(2) IZARZUGAZA, Iñaki y SABUCO i CANTÓ, Assumpta, Documentación del Charco de la Pava, Junta de Andalucía

miércoles, 31 de julio de 2013

Las gaveras de Francisco Cordero Cruz


La gavera, molde en el que se conforma el barro, es uno de los elementos más importantes en la fabricación de ladrillos. El cortador coloca la gavera en la tabla después de haber esparcido arena fina sobre ella para evitar la adherencia del barro al terreno. Tomando barro de las pellas manualmente, lo introduce en los huecos de la gavera donde conformará el ladrillo extendiéndolo con sus propia manos, enrasándolo posteriormente con el perímetro del molde.


Gavera de madera para dos ladrillos

Históricamente se realizaban con madera, generalmente de dos huecos con las dimensiones a las que se quería realizar el ladrillo. Existían tres tipos de ladrillo en Coria, el ladrillo de taco, el contrata y el “coriano”. El ladrillo de taco, de 3.5 a 4 centímetros de espesor, era el más común y se usaba para realizar muros y pilares. El “coriano”, llamado así por ser fabricado exclusivamente en Coria, tenía entre 2 y 2.5 centímetros de espesor y se usaba para solerías, sobre todo en azoteas. El ladrillo contrata, cuyo espesor oscilaba entre las del ladillo de taco y el “coriano”, era usado para la realización de tabiques.

Las gaveras clásicas de madera tenían algunos problemas derivados de su uso constante. El principal de ellos era la rugosidad de las paredes del molde, a las cuales se adhería el barro propiciando algunas deformaciones en su desmoldado, que se hacia simplemente tirando de una prolongación prevista para ello. Otra de las dificultades del material era la aparición de astillas, lo que obligaba a dejar la gavera en agua tras su uso para evitarlas. El desgaste de la madera por el roce de las manos de los cortadores hacía que el ladrillo fuera progresivamente perdiendo espesor, hecho que beneficiaba a los cortadores pues cobraban por ladrillos fabricados y conforme disminuían estos de canto podían fabricar más en una jornada.


Gaveras de madera con formas curvas

Probablemente la madera haya sido el material con el cual se han realizado las gaveras desde que el hombre comenzó a hacer ladrillos y su tecnificación hasta los años 90 se ha visto reducida a la mejora de acabados interiores para evitar que el barro se pegara mucho y a la adición de escuadras y tornillos para consolidar la forma angular. Existen también gaveras de metal, pero su constante contacto con el agua las hacía especialmente vulnerables y su uso no se consolidó. Sin embargo en el año 1990 la casualidad y la pericia de un artista coriano se conjugaron para dar lugar a un gran avance que permitiría multiplicar la producción de ladrillos.


Gavera metálica

Francisco Cordero Cruz, pintor que ha dedicado toda su vida al mundo de los rótulo, visitó casualmente en el año 1990 el horno de un amigo que se situaba en el actual Polígono Industrial El Manchón y tras comprobar los defectos en el desmoldeo se le ocurrió la idea de fabricar una gavera con retales de metacrilato intuyendo que su superficie lisa y su nula absorción de agua resolvería los problemas de deformaciones, además de reducir el mantenimiento y suprimir el riesgo de astillado. Tras una primera prueba se constató su intuición y las gaveras de metacrilato empezaron a sustituir las de madera, contagiándose rápidamente a todos los hornos de la zona hasta llegar a Coria. 


Francisco Cordero Cruz ante una gavera de metacrilato de tres ladrillos fabricada por él.

Estas gaveras daban la posibilidad de hacer tres e incluso cuatro moldes cada una, multiplicando la producción y mejorando el acabado lateral de los ladrillos notablemente. Las primeras gaveras de metacrilato, realizadas con cuatro milímetros de espesor, supusieron un problema durante el canteo, pues era imposible meter los dedos entre los ladrillos con esa separación, problema rápidamente solventado por Francisco usando metacrilato diez milímetros que es el usado para las gaveras actualmente. La facilidad de moldeo del metacrilato y la experiencia de Francisco han posibilitado la aparición de nuevos diseños de ladrillos adecuando las dimensiones y las formas a los encargos.


Gaveras de metacrilato de diferentes tamaños

jueves, 25 de julio de 2013

Procedimiento artesanal de fabricación del ladrillo coriano III

Canteado y colocación en el horno


Tras el corte de los ladrillos, estos se secan en la tabla gracias a la acción del sol y por la tarde al terminar la jornada el cortador los cantea (poner sobre el canto) para mejorar el secado completo, dejándose en esta posición un par de días hasta que son transportados al interior del horno. En el proceso de canteo, el cortador repasa los bordes de los ladrillos para eliminar las aristas demasiado irregulares. Cuando el ladrillo aún no está lo suficientemente seco como para introducirlo en el horno y el cortador necesita el espacio de la tabla para seguir cortando, estos son apilados en el padrón, que son las hileras de ladrillos que separan las tablas, donde se terminarán de secar. 




Tabla con ladrillos canteados. En los laterales podemos verlos apilados en el padrón, que separa las tablas.



Terminado el proceso de secado, los ladrillos son llevados directamente al horno. Se introducen de manera manual llevados a los hombros de los portadores por una pequeña puerta a la que se accede por una escalera (este proceso se modernizaría posteriormente con la apertura de la puerta de acceso). Dentro espera otra persona que recoge esos ladrillos y los ordena en el interior para facilitar la cochura. Las primeras filas de ladrillos, entre siete y diez, se colocan enrejilladas permitiendo que el calor suba hasta los ladrillos superiores y la cocción de estos sea uniforme. A partir de la décima fila los ladrillos se van juntando más para optimizar el espacio llegando a caber unos 20000 ladrillos en una cámara de cocción.



Interior de una cámara de cocción de un horno

Como se puede apreciar, este trabajo requiere una organización del espacio muy importante que consiga minimizar las tareas. La tierra extraída, las tablas y el horno se disponen de forma lineal evitando la interferencia de actividades que se realizan simultáneamente. Este esquema de trabajo, aún vigente ante la imposibilidad de mecanización en la fabricación de estos ladrillos macizos, solo se ha visto levemente alterado al introducir algunos elementos de tecnología actual, como por ejemplo la utilización del rotovator en la mezcla del barro con la cascarilla. Menos tecnológico pero más significativo fue la apertura de la puerta de acceso al horno para permitir la entrada en él con un carrillo de manos, multiplicando notablemente la velocidad de carga del mismo, al igual que la eliminación de la corona, que facilitaba el enfriamiento más rápidamente. En el siguiente post hablaré sobre los hornos, su morfología y evolución.

lunes, 22 de julio de 2013

Procedimiento artesanal de fabricación del ladrillo coriano II

El conformado de los ladrillos

Los primeros ladrillos comienzan a conformarse muy temprano con los primeros rayos de sol para aprovechar el día completo, pues es un negocio con una actividad limitada a los meses calurosos porque la más mínima lluvia daña al ladrillo si este aún no ha sido cocido. El cortador dispone de un terreno liso y compacto llamado "tabla" en el que irá conformando los ladrillos. Antes de comenzar la fabricación se expande arena muy fina sobre la tabla para evitar que la mezcla se quede pegada al terreno. Posteriormente el cortador extiende la mezcla en montones lineales por la tabla. Estos montones se llaman "pellas". 



En la imagen podemos ver las pellas sobre la tabla extendidas linealmente, de las que el cortador irá cogiendo lo necesario para conformar el ladrillo en la gavera.

Para la fabricación del ladrillo los cortadores solo necesitan sus manos, un molde con las dimensiones del ladrillo llamado "gavera" y un cuenco de agua llamado "albañal". El cortador vierte en la "gavera" un montón de la mezcla extraída de la "pella", se moja las manos en el "albañal" y extiende la mezcla hasta que adquiere la forma del molde totalmente enrasada. Una vez conformada la mezcla se retira la "gavera" y se coloca justo al lado de los ladrillos ya realizados repitiendo el proceso. Un cortador puede hacer entre 1000 y 2000 ladrillos al día, y sus honorarios dependen del número de ladrillos realizados.



El cortador enrasa el barro en la gavera con sus manos previamente mojadas en el albañal. Esto confiere a cada ladrillo una superficie única con un acabado rústico.

Procedimiento artesanal de fabricación del ladrillo coriano I

La materia prima: tierra, agua y cascarilla de arroz.

El ladrillo coriano está compuesto por tres elementos principalmente: arena, cascarilla de arroz y agua. La arena, siguiendo el argot coriano, puede ser “arena floja”, más vinculada a las capas superiores del terreno, y “arena fuerte”, extraída a un poco más de profundidad. La justa proporción de estas arenas, realizada a ojo por el hornero, es una de los principales condiciones para conseguir un buen ladrillo. La arena es extraída de los terrenos aledaños al horno, generalmente situado en los márgenes del río, con la ayuda mecánica de una trailla tirada por un tractor.


En la imagen podemos ver la pila llena de agua, humedeciendo la arcilla previamente recogida y amontonada cerca de las tablas, donde se cortarán los ladrillos.

Históricamente, desde tiempos romanos era la paja la que se usaba como armadura en el adobe. Este proceso histórico lo podemos ver en la película “Los Diez Mandamientos” de Cecil B. DeMille en la que se observa “un infierno de cuerpos enlodados donde los pies de los hombres convierten el barro y la paja en una mezcla para los ladrillos del faraón“. En Coria del Rio la paja se sustituye por cascarilla de arroz confiriendo al ladrillo coriano una textura y una forma especial. Inicialmente, la cascarilla surgió como elemento de cobertura de la “pila”, mezcla de agua y tierra, para evitar la evaporación excesiva del agua en los meses calurosos. Finalmente esta cascarilla fue incluyéndose en la mezcla comprobándose que mejoraba la consistencia del ladrillo cocido aportándole una resistencia extra contra las microfisuraciones de la cocción. El agua es extraída directamente del río Guadalquivir o en su defecto de pozos en hornos alejados de la orilla. El “cortador” es la persona encargada de realizar la mezcla en las proporciones adecuadas con el único criterio de su experiencia personal. El lugar en el que se realiza la mezcla se denomina “arandá” y el proceso de mezclado consta de varias fases: sobre la mezcla de arena se extiende la cascarilla de arroz y se riega con la cantidad de agua necesaria dejando un tiempo que el agua se absorba por capilaridad por toda la arena. Posteriormente se procede a mezclar de forma artesanal con la ayuda de los pies y un azadón hasta conseguir la textura adecuada. Esta mezcla se suele realizar por la tarde al finalizar la jornada, dejándose reposar cubierta con una lona por la noche hasta la mañana siguiente que comenzaría el proceso de conformación del ladrillo.


En la imagen podemos ver a Pepe Guardiola en el horno de Manuel de la Rosa mezclando la cascarilla de arroz con la arcilla mojada.