La gavera, molde en el que se conforma el barro, es uno de
los elementos más importantes en la fabricación de ladrillos. El cortador
coloca la gavera en la tabla después de haber esparcido arena fina sobre ella
para evitar la adherencia del barro al terreno. Tomando barro de las pellas
manualmente, lo introduce en los huecos de la gavera donde conformará el
ladrillo extendiéndolo con sus propia manos, enrasándolo posteriormente con el
perímetro del molde.
Gavera de madera para dos ladrillos
Históricamente se realizaban con madera, generalmente de dos
huecos con las dimensiones a las que se quería realizar el ladrillo. Existían
tres tipos de ladrillo en Coria, el ladrillo de taco, el contrata y el
“coriano”. El ladrillo de taco, de 3.5 a 4 centímetros de espesor, era el más
común y se usaba para realizar muros y pilares. El “coriano”, llamado así por
ser fabricado exclusivamente en Coria, tenía entre 2 y 2.5 centímetros de
espesor y se usaba para solerías, sobre todo en azoteas. El ladrillo contrata,
cuyo espesor oscilaba entre las del ladillo de taco y el “coriano”, era
usado para la realización de tabiques.
Las gaveras clásicas de madera tenían algunos problemas
derivados de su uso constante. El principal de ellos era la rugosidad de las
paredes del molde, a las cuales se adhería el barro propiciando algunas
deformaciones en su desmoldado, que se hacia simplemente tirando de una
prolongación prevista para ello. Otra de las dificultades del material era la
aparición de astillas, lo que obligaba a dejar la gavera en agua tras su uso para
evitarlas. El desgaste de la madera por el roce de las manos de los cortadores
hacía que el ladrillo fuera progresivamente perdiendo espesor, hecho que
beneficiaba a los cortadores pues cobraban por ladrillos fabricados y conforme
disminuían estos de canto podían fabricar más en una jornada.
Gaveras de madera con formas curvas
Probablemente la madera haya sido el material con el cual se
han realizado las gaveras desde que el hombre comenzó a hacer ladrillos y su
tecnificación hasta los años 90 se ha visto reducida a la mejora de acabados
interiores para evitar que el barro se pegara mucho y a la adición de escuadras
y tornillos para consolidar la forma angular. Existen también gaveras de metal,
pero su constante contacto con el agua las hacía especialmente vulnerables y su
uso no se consolidó. Sin embargo en el año 1990 la casualidad y la pericia de
un artista coriano se conjugaron para dar lugar a un gran avance que permitiría
multiplicar la producción de ladrillos.
Gavera metálica
Francisco Cordero Cruz, pintor que ha dedicado toda su vida
al mundo de los rótulo, visitó casualmente en el año 1990 el horno de un amigo
que se situaba en el actual Polígono Industrial El Manchón y tras comprobar los
defectos en el desmoldeo se le ocurrió la idea de fabricar una gavera con retales
de metacrilato intuyendo que su superficie lisa y su nula absorción de agua
resolvería los problemas de deformaciones, además de reducir el mantenimiento y
suprimir el riesgo de astillado. Tras una primera prueba se constató su
intuición y las gaveras de metacrilato empezaron a sustituir las de madera,
contagiándose rápidamente a todos los hornos de la zona hasta llegar a Coria.
Francisco Cordero Cruz ante una gavera de metacrilato de tres ladrillos fabricada por él.
Estas gaveras daban la posibilidad de hacer tres e incluso cuatro moldes cada
una, multiplicando la producción y mejorando el acabado lateral de los
ladrillos notablemente. Las primeras gaveras de metacrilato, realizadas con
cuatro milímetros de espesor, supusieron un problema durante el canteo, pues
era imposible meter los dedos entre los ladrillos con esa separación, problema rápidamente
solventado por Francisco usando metacrilato diez milímetros que es el
usado para las gaveras actualmente. La facilidad de moldeo del metacrilato y la
experiencia de Francisco han posibilitado la aparición de nuevos diseños de
ladrillos adecuando las dimensiones y las formas a los encargos.
Gaveras de metacrilato de diferentes tamaños