La materia prima: tierra, agua y cascarilla de arroz.
El ladrillo coriano está compuesto por tres elementos principalmente: arena, cascarilla de arroz y agua. La arena, siguiendo el argot coriano, puede ser “arena floja”, más vinculada a las capas superiores del terreno, y “arena fuerte”, extraída a un poco más de profundidad. La justa proporción de estas arenas, realizada a ojo por el hornero, es una de los principales condiciones para conseguir un buen ladrillo. La arena es extraída de los terrenos aledaños al horno, generalmente situado en los márgenes del río, con la ayuda mecánica de una trailla tirada por un tractor.
En la imagen podemos ver la pila llena de agua, humedeciendo la arcilla previamente recogida y amontonada cerca de las tablas, donde se cortarán los ladrillos.
Históricamente, desde tiempos romanos era la paja la que se usaba como armadura en el adobe. Este proceso histórico lo podemos ver en la película “Los Diez Mandamientos” de Cecil B. DeMille en la que se observa “un infierno de cuerpos enlodados donde los pies de los hombres convierten el barro y la paja en una mezcla para los ladrillos del faraón“. En Coria del Rio la paja se sustituye por cascarilla de arroz confiriendo al ladrillo coriano una textura y una forma especial. Inicialmente, la cascarilla surgió como elemento de cobertura de la “pila”, mezcla de agua y tierra, para evitar la evaporación excesiva del agua en los meses calurosos. Finalmente esta cascarilla fue incluyéndose en la mezcla comprobándose que mejoraba la consistencia del ladrillo cocido aportándole una resistencia extra contra las microfisuraciones de la cocción. El agua es extraída directamente del río Guadalquivir o en su defecto de pozos en hornos alejados de la orilla. El “cortador” es la persona encargada de realizar la mezcla en las proporciones adecuadas con el único criterio de su experiencia personal. El lugar en el que se realiza la mezcla se denomina “arandá” y el proceso de mezclado consta de varias fases: sobre la mezcla de arena se extiende la cascarilla de arroz y se riega con la cantidad de agua necesaria dejando un tiempo que el agua se absorba por capilaridad por toda la arena. Posteriormente se procede a mezclar de forma artesanal con la ayuda de los pies y un azadón hasta conseguir la textura adecuada. Esta mezcla se suele realizar por la tarde al finalizar la jornada, dejándose reposar cubierta con una lona por la noche hasta la mañana siguiente que comenzaría el proceso de conformación del ladrillo.
En la imagen podemos ver a Pepe Guardiola en el horno de Manuel de la Rosa mezclando la cascarilla de arroz con la arcilla mojada.
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